Sólo sé que no sé nada ¿o si?
Cómo avanzar en la niebla en estos tiempos de incertidumbre
Parte 2: Estrategias de Regulación Emocional
Del 1 al 10, ¿Cuál dirías que es tu nivel de autoconocimiento? Merece la pena hacerse esta pregunta, pues conocerse a uno mismo es imprescindible para realizar cualquier tipo de gestión emocional.
En la vida en general, pero en situaciones de duda constante como las que estamos viviendo ahora por el Covid, la información es poder. Como explicábamos en el capítulo 1 de esta serie, hay mucha información a nuestra disposición para ayudarnos a gestionar la incertidumbre si nos prestamos atención. Si tomamos consciencia de lo que nos dice nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestros pensamientos, podemos cambiar el curso de nuestros actos y así nuestro destino. Sí, incluso cuando parece que no se ve el camino. ¿Pero cómo? ¿Qué puedo hacer exactamente con esa información?
Con la toma de consciencia, se nos abren muchas posibilidades de regular nuestras emociones, para sentirnos mejor y lo más interesante, poder tomar mejores decisiones.
En este capítulo vamos a hablaros de algunas estrategias de regulación emocional que podéis empezar a practicar desde ya.
Respira hondo
Empieza respirando. Cuando escuchas tu cuerpo y aprendes a detectar la tensión puedes regularla a través de la respiración antes de que vaya a más. Al respirar profundamente, se expande y relaja el diafragma, mandando señales al cerebro de que “todo está bien”. Te proponemos por ejemplo la técnica de respiración abdominal profunda. Es muy efectiva y la puedes practicar en cualquier momento y lugar que lo necesites.
Para aprender, al principio túmbate en el suelo. Pon una mano en tu abdomen y la otra en el pecho. Al inhalar trata de dirigir la respiración hacia el abdomen, haciendo que se hinche, pero sin que se mueva a penas la mano del pecho. Exhala por la boca lentamente, con una especie de silbido silencioso. Concéntrate en como sube y baja tu abdomen, y pronto empezarás a notar como te vas relajando.
Vigila tu postura. Los diferentes estado de ánimo afectan a nuestra postura corporal, pero también funciona al revés. Está demostrado a través de diferentes estudios que hay determinadas posturas, llamadas de poder, que aumentan nuestros niveles de seguridad, autoestima y energía. Se trata de darle señales positivas a nuestros cerebro a través de nuestro cuerpo. Mi postura de poder es la de “Wonder Woman“, piernas bien enraizadas al suelo y fuertes, manos en la cintura, pecho abierto, mirada al frente, y sonrisa. Crea tu propia postura de poder, siéntela y practícala siempre que puedas, haz que sea la postura desde la cual vas a hacer frente a esta situación.
Mindfulness
Practica la atención plena. También lo llaman Mindfulness. Se trata de enseñar a tu mente a ser espectadora de sí misma, para tomar distancia, y poner el foco en lo productivo para ti. Es la mejor “gimnasia” que puedes hacer para tomar las riendas de cuando la mente cabalga desbocada generando pensamientos casi inconscientes que provocan tensión, malestar, preocupación, parálisis, frustración, desmotivación…. A mí al principio me resultaba difícil practicar “mindfulness”, incómodo incluso.
Y lo que me sirvió finalmente fueron dos cosas: Primero, empezar con prácticas sencillas, y guiadas, de poco tiempo, como la que os dejo de ejemplo al final del artículo. Y segundo, hacerlo sin expectativas, con el único objetivo de devolver mi mente al ejercicio cuantas veces fuera necesario, sin juzgarme, aceptando que era perfecto todo lo estaba ocurriendo. ¡Ah bueno! y por supuesto, practicarlo habitualmente. Puedes incorporar la atención plena a actos cotidianos como lavarte los dientes, ducharte o comerte una mandarina. Consiste en enfocarte plenamente en lo que estás haciendo, prestando atención a todos los detalles, con todos los sentidos…Y cada vez que tu mente se distraiga con cualquier otra cosa, la devuelves amablemente a donde tenías el foco.
Hablando de gimnasia, todo lo que tenga que ver con el autocuidado, es decir hacer ejercicio, tener una alimentación equilibrada, hacer cosas que nos hacen sentir bien, contribuye enormemente a nuestro bienestar emocional. Ya lo hemos dicho, cuerpo, mente y emoción están conectadas.
Invierte en pensamientos productivos.
Henry Ford dijo “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”.
Así de poderosos son nuestros pensamientos y nuestras creencias. Así que de forma consciente y proactiva dedícate a generar pensamientos que te apoyen, que sean productivos para ti. La única condición es que te los creas, que sean tan ciertos para ti como lo son los pensamientos limitantes.
Una manera de generar pensamientos productivos es desde la motivación. Por ejemplo, si crees que puedes perder tu trabajo y quieres cambiar la manera en la que afrontas esta situación ahora. Piensa, ¿para qué quieres cambiarla?, ¿cuál es la razón última por la que quieres hacer algo diferente?, ¿qué beneficios vas a lograr?, es importante que indagues y llegues hasta la motivación más profunda. Puede que te des cuenta de que lo que realmente quieres es mejorar el ambiente con tu familia, porque estás llevando tus preocupaciones a casa. O tener energía para encontrar otro trabajo, ya que ahora te cuesta encontrar las fuerzas…
Una vez que has identificado la motivación verdadera, piensa con qué cualidades o fortalezas quieres lograr tu propósito. Conecta con momentos de tu vida en los que has mostrado esas fortalezas, y genera pensamientos que te ayuden a ponerlas en marcha.
En el próximo capítulo de esta serie, veremos cómo diseñar un plan de acción de gestión emocional de la incertidumbre para empezar a dar los pasos hacia donde tú verdaderamente quieres ir.
Aquí te dejo una meditación guiada de Mindfulness de 5 minutos para principiantes para que puedas iniciarte en la práctica de la atención plena. En el mismo canal encontrarás más meditaciones. A mi me ha ayudado mucho.
Taller vivencial para la gestión emocional de la incertidumbre.
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